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LOS ACCIDENTES NO SE AUSENTARON DE LA VERSIÓN NÚMERO 40 DEL GRAN PREMIO DE LA HERMANDAD

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Prueba automovilística se corrió este fin de semana.

Numerosos accidentes, como es frecuente que ocurra en un evento que reúne tal cantidad de máquinas en competencia, registró ayer la primera etapa del Gran Premio de la Hermandad Chilena-Argentina, prueba automotor que se corrió entre Río Grande y Porvenir y que hoy se replica, con el retorno de los autos desde la capital fueguina de nuestro país a la ciudad trasandina de la isla, con un recorrido superior a los 800 kilómetros en los dos días de carrera.

Entre éstos, ayer hubo más de 5 vuelcos, algunos derrapes, choques contra montículos o laderas de cerros y del mismo camino y lo más notorio: el imprevisto incendio de uno de los autos en competencia.

Por fortuna para su conductor y acompañante, pese al siniestro general de la máquina, no se produjeron consecuencias personales. Salvo la imposibilidad de seguir en competencia, en una de las pruebas más reñidas y codiciadas de toda la Patagonia y Tierra del Fuego de ambas naciones, por el prestigio deportivo que brinda y el orgullo de ser protagonista de una actividad de tan alta convocatoria (más de 100 binomios binacionales).

El accidente se produjo en el kilómetro 26 de la Ruta Y-71, Porvenir-Onaissin (cerca del predio Los Canelos), por causas desconocidas, aunque los corredores presumen una falla eléctrica unida a la pérdida de alguno de los fluidos combustibles.
El percance lo sufrió la pareja de deportistas argentinos integrada por la peña Fernando y Germán Andrade y Luis Gallardo, en su auto Renault 18, de la categoría “D” (Libre), cerca de las 10 horas, cuando les restaba lo que en automovilismo se denomina “un pelo” para llegar a la meta.

La destrucción del móvil fue total y así lo corroboran las fotos tomadas pasadas las 19 horas, cuando se abrió la ruta al uso público, después de paso del auto “Barredor”, que junto con inventariar las fallas, abandonos y accidentes de los coches de competición, libera a la vía de la prueba deportiva de esa jornada.

No fue el único accidente de gravedad, pues un volcamiento -también de una máquina argentina- dejó a su piloto lesionado.

Este segundo hecho ocurrió, según Carabineros de la 3ª Comisaría de Porvenir, en el kilómetro 50 de la misma ruta, cerca del puente Mata Grande. Allí volcó el auto número 414, de los hermanos Cristian y Francisco Leal, de la misma serie y misma marca de auto, lo que fue denunciado al fono de urgencias 133 por celular de parte de los espectadores del accidente.

Hasta el lugar acudió la ambulancia del Ejército, dispuesta por la organización del Gran Premio como una de las unidades de emergencia y el médico del Regimiento Caupolicán, capitán Jorge Contreras -tras estabilizar al herido-, dispuso su traslado al Hospital Marco Chamorro Iglesias. Por fortuna para el afectado, sus lesiones fueron sólo leves, según el diagnóstico del médico de turno, Carlos Bachman.

Como se ve, la prueba de automovilismo de Tierra del Fuego no sólo reúne pilotos con pericia en la conducción y experiencia en la velocidad, ya que también el factor suerte es fundamental para llegar a cumplir sus etapas o, al menos, para salir liberado de las adversidades que implica un deporte de alto riesgo (y tan masivo en fierros y seres humanos como el Gran Premio).


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