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NELSON MANDELA ENCONTRÓ EN EL RUGBY LA CLAVE PARA FINALIZAR CON LAS RIVALIDADES ENTRE NEGROS Y BLANCOS

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En un país que intentaba dejar atrás el apartheid.

Una pelota ovalada fue la herramienta más potente que encontró para unir a un país desigual, polarizado por el famoso y cruel apartheid. Nelson Mandela pasó 27 años en prisión (1963-1990), pero al salir seguía siendo el mismo. Sus principios e ideales no habían cambiado. Su objetivo, el de borrar definitivamente las actitudes raciales, lo cumplió gracias al deporte.

Tras una lenta y violenta transición democrática, donde blancos y negros eran asesinados en sangrientos atentados, Mandela llegó a la presidencia de Sudáfrica en 1994 luego de una votación histórica. Técnicamente, el apartheid había finalizado. Pero no en la vida diaria: el nuevo líder del país tenía la difícil misión de borrar el descontento social. El Mundial de rugby de 1995 causó el quiebre definitivo.

“¿Qué es lo que más les importa a los blancos? ¿Su religión? ¿Su Dios? Sí, pero también el rugby. A ver si somos capaces de utilizar esa pasión para unificar el país”, reflexionó Mandela. Madiba notó el odio de los negros a ese deporte porque lo era todo para los blancos: representaba una pasión, una identificación, un estilo de vida. Se sentían orgullosos de ver jugar a su equipo y dejar de lado a “los otros”.

A mediados de 1995 Mandela llamó a Francois Pienaar, capitán de los Springboks: en esa reunión cumbre le comentó su plan, su idea. A partir de ese momento, la Selección cambió su postura y comenzó a manifestarse a favor de la unión del país y así borrar definitivamente del diccionario sudafricano el término apartheid. Los jugadores, pese a algunas malas actitudes en el comienzo, colaboraron y se dejaron enamorar por la ideología y la palabra del líder negro.

La IRB (International Rugby Board) le otorgó la organización del Mundial de 1995 a Sudáfrica. Y a los negros, como era de esperar, no les interesó en lo más mínimo aquella designación. La indiferencia fue atroz. "Un equipo, un país", era el lema de Mandela.

La Selección avanzó a paso firme en el torneo. En semifinales, logró una agónica victoria ante Francia (19-15). Los excluidos, hasta entonces marginados por los blancos, salieron a las calles a festejar.

Es 24 de junio cuando Mandela, nervioso a horas de la final ante Nueva Zelanda (los mejores del campeonato), le solicita al presidente de la Unión sudafricana de rugby (SARU) la camiseta verde del plantel, el color que identificaba la hegemonía de los blancos.

En el duelo decisivo hubo milagro: Sudáfrica derrotó a Nueva Zelanda (15-12) en el tiempo extra. El país explotó: blancos y negros celebraron un triunfo histórico, que dejaría de lado las diferencias en el color de piel.

LA MANO DERECHA DE MANDELA

Francois Pienaar, capitán del equipo, fue vital en el plan de Madiba. El capitán de los Springboks se encargó de crear conciencia en el plantel y convencerlos de los ideales del presidente negro. La Selección realizó distintas clínicas en todo el país, haciendo énfasis en los sectores sociales más precarios. El plan era extender el fanatismo por el rugby en toda Sudáfrica.

Una de las imágenes más impresionantes y emocionantes de la década de los ‘90 en el deporte sin dudas es la de Mandela entregándole el trofeo a Pienaar. “Él tenía puesta mi camiseta, la 6, que era mi número. Eso me hacía sentir orgulloso, fue fantástico”, dijo tiempo después el capitán. 62 mil personas ovacionaron a Madiba.

LA HAZAÑA HECHA PELÍCULA

Invictus, dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon, es un film que se basa en el libro del periodista John Carlin, "Nelson Mandela y el juego que hizo a una Nación", que explica detalladamente cómo se fue gestando la unión del país gracias al Mundial de rugby.

La película muestra cómo Mandela (Freeman) comienza a interesarse en el deporte una vez en el Gobierno. Pienaar (Damon) acepta reunirse con él y juntos le dan forma a un plan que salvaría a Sudáfrica.

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