Durante el ejercicio ocurren millones de reacciones bioquímicas y fisiológicas que buscan optimizar el rendimiento físico y mental.
La asociación del ejercicio, el deporte, el baile y muchas formas de movimiento con sentimientos de alegría o bienestar emocional y físico son bien conocidas.
A pesar de las grandes dificultades que existen en la vida moderna para ser físicamente activo, muchas personas han vivido en carne y espíritu propio la sensación de placer, del “well being” que se asocia con la actividad física.
Las explicaciones científicas son aún incompletas, pero hemos avanzado mucho. Durante el ejercicio ocurren millones de reacciones bioquímicas y fisiológicas que buscan optimizar el rendimiento físico y mental, así como reducir el dolor y la sensación de fatiga. Algunos de estos químicos se parecen al opio, a la morfina y se conocen como endorfinas o “morfina endógena”. Se destacan, por ejemplo, la dopamina y la serotonina, neurotransmisores cruciales en el manejo de la depresión, la ansiedad, el sueño y el apetito.
Recientemente se ha descrito un peptido (proteína) derivado del cerebro (BDNF), sobre el cual disponemos ya de miles de publicaciones. Y parece regular desde el cerebro cientos de reacciones neurohormonales.
Por otro lado, las ciencias del comportamiento humano, en especial la psicología, la sociología y la antropología, han aclarado los beneficios psicosociales de mantenerse activo sobre la autoestima, la autodeterminación, el logro de metas, la socialización y más.
La literatura es abundante en estudios sobre salud mental y actividad física. Para quienes no parece ser atractivo tener buena figura o un corazón más sano, pero sí quieren prevenir y tratar la diabetes o la hipertensión, podría ser interesante ser más productivo, mejorar el genio, las ganas de vivir, llorar menos y disfrutar más de las pequeñas y grandes cosas de la vida cotidiana.
Dr. John Duperly
Médico Internista. Especialista en Medicina del Deporte.
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