A medida que más usuarios se orientan hacia este tipo de prácticas, diferentes jugadas quedan en la historia por sus insólitas características.
El mundo del azar no solo está compuesto por los casinos físicos, los juegos de cartas, o la lotería. Millones de personas eligen a los deportes como medio para realizar apuestas y generar rentabilidad. Este tipo de entretenimiento es, además, una buena forma de darle seguimiento a los resultados deportivos y puede vincularse con el juego favorito de cada uno.
Por este motivo, las plataformas de apuestas digitales son cada vez más populares en el universo del deporte. Operadores internacionales como Betano ofrecen múltiples posibilidades de juego, y ya tienen presencia en varios clubes de países europeos y americanos. Un ejemplo del liderazgo de Betano en el sector es su patrocinio en varios clubes como por ejemplo Club Universidad de Chile y CD La Serena en Chile. Esto es un hecho que acerca el deporte (el fútbol en este caso) a los aficionados de las apuestas para poder disfrutar apostar por sus equipos en cualquier momento.
A medida que más usuarios se orientan hacia este tipo de prácticas, diferentes jugadas quedan en la historia por sus insólitas características.
No tuvo techo
Una de esas apuestas que se instalaron en la memoria de los juegos de azar es la que realizó Mick Gibbs, a principios del milenio. Hasta el año 2001, Gibbs era un simple instalador de techos que decidió poner en práctica sus habilidades de adivinación con una jugada tan arriesgada como completa. El hombre se animó a vaticinar los próximos campeones de las 4 ligas profesionales más importantes de su país, Inglaterra.
La Premier League, el Football League Championship, la League One y la League Two, es decir, las categorías principales del fútbol inglés. Sin embargo, no se quedó solamente en el balón pié, sino que agregó otros deportes. De esta manera, también participó para adivinar el máximo ganador del Campeonato de Cricket del Condado y de la Premiership, el campeonato más importante del rugby local.
Con todo esto, era difícil imaginar que pudiera llegar a buen puerto. Pero la suerte lo acompañó. A pesar de que en muchas ocasiones ocurre lo contrario, en casos como el de Gibbs, la fortuna aparece de forma repentina y hasta es posible que modifique por completo la vida de una persona.
De la nada a la gloria
Fue así que, transcurridos la mayoría de los campeonatos y con sus victorias en el bolsillo, Mick se encontraba expectante para la final de la Liga de Campeones del 2000-2001, en la cual también había arriesgado un ganador. Pero tenía un problema: su jugada solo contemplaba que todos los resultados que había predicho tenían que cumplirse. De lo contrario, no obtendría ningún premio.
Por lo que la final entre el Bayern Munich, de Alemania, y el Valencia, de España, lo mantuvo en vilo, deseando que el club alemán se hiciera con la copa. Finalmente, y después de una interminable tanda de penales, el Bayern triunfó, pero aún más ganador fue el instalador de techos inglés.
Aunque parezca un delirio, la apuesta inicial de Gibbs solo fue de 30 centavos de libra, es decir, 40 centavos de dólar. Las chances de ganar eran verdaderamente remotas para el hombre. Sin embargo, después de todos sus aciertos, acumuló un premio cercano a los 600 mil dólares. Si bien no se acerca a otras ganancias millonarias en los juegos de azar, por su apuesta insignificante y su cantidad de aciertos, Mick pasó a la historia como uno de los apostadores más afortunados del mundo.