“Nada es imposible”, es la frase que rige al destacado paracaidista chileno Sebastián “Ardilla” Álvarez, quien nuevamente sorprende al mundo con su más reciente hazaña deportiva, 100% ideada y desarrollada en el país: un espectacular salto en el aire en el centro de esquí La Parva, el cual atraviesa volando a 250 km/h y a escasos tres metros por sobre el nivel del suelo, solamente utilizando un traje de wingsuit, y ninguna fuente de energía adicional más que su cuerpo y las leyes de la física.
Para tal proeza, “Ardilla” aprovechó la más reciente nevada para dar vida a un proyecto que desde hace más de diez años quería concretar en Chile. Para ello, junto a su equipo se trasladaron a la zona montañosa, ahora completamente cubierta por la nieve propia de la temporada. Allí, Sebastián abordó un helicóptero que debía alcanzar los 3 mil metros de altura que le permitirían al ex piloto de la FACH saltar y contar con el tiempo y la distancia para ejecutar un vuelo que no daba posibilidad al más mínimo error, pues Álvarez atravesaría a toda velocidad entre medio de los distintos edificios del centro de esquí, en un espacio no mayor a los 4 metros de ancho que separan a uno de otro, por lo que cualquier problema de cálculo sería fatal.
“Hace una década tenía en mente la idea de volar un pueblo o lugar de montaña que además tuviera un paisaje hermoso, y ojalá en Chile, pero no había podido estar aquí en la temporada de invierno en los últimos años, por lo que tenía este proyecto en pausa. Este año coincidió mi estadía en el país en esta época, por lo que decidí activar este proyecto, que me llevó a subir varias veces a La Parva hasta encontrar una buena ´línea´ para poder volar, y además justo se dieron todas las condiciones para darle vida este reto”, explica “Ardilla” Álvarez.
No obstante, la hazaña del atleta de Red Bull requería más que una alocada idea y su indiscutible destreza y talento, pues con su equipo debió trabajar previamente en necesarios cálculos físicos de los que dependían el éxito o fracaso de este desafío: mediciones del espacio a cubrir con el vuelo, distancia que recorrería “Ardilla”, la velocidad que debía alcanzar y luego mantener para ejecutar este proyecto, además de la trayectoria del viento, entre otros factores.
Antes del salto final, el paracaidista tuvo la posibilidad de realizar tan solo tres saltos y vuelos para hacer en primera instancia un chequeo del terreno, luego uno más de cerca, otro a mayor velocidad para ir corrigiendo la “línea” de entrada y de salida y finalmente el cuarto que fue el definitivo y el que marcó el éxito de una idea de 10 años de gestación: un vuelo a 250 km/h y a escasos tres metros por sobre el nivel del suelo en uno de los tantos paisajes increíbles que tiene Chile.